martes, 10 de abril de 2012

"La última vuelta del scaife", de Mercedes Pinto Maldonado.

Acabo de terminar de leer un libro que me ha hecho pensar sobre la amistad, la muerte, la vida, el ansia de riquezas, conseguir una posición, a la mujer que se quiere desde niño, y sobre todo sobre la miseria humana.

Es un libro con grandes personajes, entre los que destaca el gigante Kuaima, de etnia huma, África del Sur, que se sobrepone a todos los infortunios de su vida, que lucha por lo que quiere y lo consigue,  y además puede ayudar a otras personas que le consideran inferior pero sobre las que se revela muy superior. Destaca también Carlos Ladrón de Guevara, español de Granada que huye de su pasado y sin embargo con un corazón de oro, que todo lo da por sus amigos. De Jeremías, judío alemán que instruye al protagonista, Josué, y sin embargo es el principal obstáculo para su felicidad. Aarón, padre de Josué y hombre que entiende la vida como viene y cómo hay que aprovecharla, dando espacio a la gente que quiere. Y Sara, la madre del protagonista, mujer entera y protectora. Y frente a ese elenco de grandes personas aparece un protagonista que no sabe lo que quiere, pero con una idea fija: casarse con Abigail, el amor de su vida. Ese pensamiento le lleva a abandonar todo lo que conoce y quiere, para perseguir un sueño en África, de donde regresa a España y por fin a Alemania, donde ya se siente perdido, roto, con un sueño cumplido a costa de haber perdido la realidad.

Este libro nos presenta lo absurdo de perseguir un sueño cuando todas las circunstancias están en contra, y plantea el mayor absurdo todavía que supone haberlo conseguido y sin embargo escaparse la idea de que el destino siempre es inferior al viaje. Vemos crecer al protagonista poco a poco, en un ambiente hostil que sin embargo le ha protegido de otro ambiente más hostil todavía, la Alemania de Hitler, en el que muy posiblemente no habría sobrevivido. Pero la auténtica lucha de Josué, el protagonista, la realiza en su propio interior, padeciendo por un pecado del que se sabe culpable y del que le absuelve finalmente la ternura y comprensión del último gigante de esta historia, el rabino David Berkowitz.

Cuando empecé a leer este libro pensaba que se trataba de una biografía novelada de un judío inglés de principio de siglo, pero a medida que la historia va progresando, la trama se complica más y más, y va ganando en hondura humana y también en tristeza. Es una historia muy triste, de seres que sufren, que piensan, que se mueven y que quieren. Y eso la hace terriblemente romántica, en su verdadero sentido, que nada tiene que ver con el melodrama. Es una historia trágica que nos enseña que los seres humanos son contradictorios y viles y generosos según la situación. Es en sí la negación de lo maniqueo. 
Nueva portada del libro

La forma de exponer todo esto su autora, Mercedes Pinto Maldonado, me ha impresionado por su sencillez y a la vez por su hondura. Con un vocabulario sencillo, si hacemos excepción de ciertos términos especializados, como el scaife que aparece en el título, que a lo largo de la historia pasa de ser un círculo rotativo de una herramienta usada en el tallado y pulido de diamantes a convertirse en el alma del propio protagonista. Es un libro que merece la pena leer por todo esto y por muchas cosas más que sugiere. Es una historia tierna y sentimental, a la vez que trágica, como se evidencia en el momento en que el protagonista por fin lee en la carta que su madre le envió varios años antes:  ... Mi carta es un mensaje de amor, sólo quiero que sepas que a pesar de las veces que me equivoqué contigo y de que no siempre fui la mejor de las madres, te quiero.

Idéntico mensaje le da lo último que le dice Carlos: Amigo, te quiero. La misma persona que había dicho en otra ocasión que El mejor amor es el que se pierde a tiempo; lo que hace de don Carlos un personaje entrañable y muy humano.

Por todas esas razones, no puedo menos que darle a este relato cinco estrellas de cinco. Es una novela muy trabajada y muy sentida, y no puedo menos que felicitar a su autora por la historia que nos presenta, que nos hace reír, llorar y sentir que estamos vivos. Y, sobre todo, lo afortunados que hemos sido por no haber vivido en aquellos tiempos de zozobra, injusticia e intolerancia, que tenemos entre todos la responsabilidad de impedir que vuelvan de nuevo.

2 comentarios:

  1. Gracias, Jesús, ver mi obra aquí, así, nada más comenzar el día, ha sido la segunda buena sorpresa de esta mañana (la primera ya la conoces). Creo que me has dado fuerzas para seguir escribiendo al menos mil años más.
    Cuando ves estos comentarios por la red te das cuenta de que, a pesar de los malos momentos, contar cuentos vale la pena.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro, Mercedes. Escribir es vivir, algunos lo lleváis en la sangre. Por eso los malos momentos son pocos, y los buenos, brillantes :-) Enhorabuena por tu libro.

    ResponderEliminar