domingo, 1 de abril de 2012

"El cóndor de la pluma dorada", de Blanca Miosi.

Una visión sorprendente.

Blanca Miosi se basa en otra opinión sobre la conquista de un imperio por otro imperio, el de los castellanos de Carlos I de España y V de Alemania que conquista el Imperio Inca, que se extendía dos millones de kilómetros cuadrados por lo que ahora es Perú, Ecuador, y parte de Chile y Brasil, para regalarnos una novelización del apogeo y decadencia de dicho imperio, el de los incas, porque El Inca era el emperador propio de aquel territorio, y todo lo que había dentro del mismo era propiedad de él, aunque, curiosamente, los incas no tenían esclavos. Eran un pueblo muy peculiar, pues desconocían la escritura y los animales de transporte, por lo que todo su imperio era controlado por mensajeros que debían aprenderse los mensajes a llevar de uno a otro lado del imperio de forma fiel, pues la inexactitud u olvido se penaban con la muerte.

Este es un libro muy didáctico, que me ha acercado a aquella cultura, fascinante, de un pueblo que tenía muchas virtudes, y que conoció su apogeo en los dos siglos anteriores a la conquista por los europeos. He disfrutado viendo las tribulaciones de Pachacutec, que se hizo Inca, o sea, emperador, cuando su padre huyó en una batalla, pero él se quedó y la ganó, y luego los amores de Koullur con la hija del Inca, el corazón generoso de Túpac Yupanqui, que aceptó por amor a una mujer que no le quería, y llegando a ser el más grande los emperadores de aquella cultura, y lo que ocurrió luego a sus sucesores, francamente menos brillantes, hasta que arribó a aquellas costas Francisco Pizarro con sus huestes sedientas de oro. Seguramente aquellos que honramos hoy en España como descubridores y propagadores de nuestra cultura y lengua por aquellas tierras hayan sido poco más que bandoleros en una tierra sin ley en que ellos mismos tenían que garantizarla en lugar de violarla, como nos cuenta Blanca Miosi; aunque he detectado algunas lagunas interesantes, seguramente derivadas de la óptica con que se ven aquellos sucesos transcendentes para toda la zona desde aquellas tierras: en primer lugar, ni Francisco Pizarro ni sus compañeros eran españoles, como lo entendemos hoy en día, sino castellanos. En efecto, cuando Fernando el Católico se desentendió de las pretensiones de Cristóbal Colón, fue Isabel la Católica, Reina de Castilla, la que empeñó sus joyas personales para sufragar los gastos del descubrimiento. Por lo tanto, los descubridores y exploradores que posteriormente fueron al Nuevo Mundo, lo hicieron por cuenta de Castilla, que no de España, que aún no existía. Es cierto que la conquista de Perú se efectuó durante el Reinado de Carlos I, que ya reinaba sobre toda la Península Ibérica y Alemania, pero al igual que a nadie se le ocurre hacer responsable a la Alemania de hoy de las bellaquerías que se cometieran en aquel entonces en Sudamérica, por absurdo, es igualmente absurdo achacárselas a España, cuando eran castellanos, y no españoles, que actuaban por cuenta de Castilla, y no del resto de España. Sólo se podía comerciar con América desde tres puertos "españoles": Santandre, Cádiz y Sevilla. O sea, tres puertos de Castilla. Sí, ciertamente Castilla está en lo que HOY es España. Pero la mayor parte de los españoles no eran, ni son, castellanos. Por la misma regla de tres podríamos decir que al estar Castilla en España, y esta en la Comunidad Europea, es esta la responsable del expolio y supuesto genocidio de Sudamérica. Otro absurdo que no se ha planteado, aunque sí el absurdo de que se hable de Pizarro y sus compañeros como si de españoles se tratase.

Pero no me extraña que Blanca Miosi, peruana radicada en Venezuela, parta de esa base, pues es una noción que he detectado en muchos sudamericanos cuando hablan de la "madre patria", que en realidad se portó, por lo que ellos cuentan, como la madrastra de Blancanieves. Pero no fue así: los descendientes de aquellos castellanos que tan mal se portaron, se quedaron, en su inmensa mayoría, en aquella zona, de modo que los actuales sudamericanos son los herederos de aquellas villanías, no los descendientes de los que se quedaron en la Península Ibérica y jamás fueron a América. Por lo tanto, si denunciamos aquellas bajezas, hagámoslo bien. Sí, es cierto que a España volvieron muchos "indianos", es decir, personas que habían "hecho las Américas", o sea, se habían enriquecido en América y habían venido a España luego a disfrutar de las riquezas que habían ganado en buena o mala lid. Pero esos fueron una exigua minoría en comparación a los que allí fueron y se quedaron, como el propio Pizarro y casi todos sus ayudantes, que en su codicia y sed de oro no cejaron hasta que encontraron la muerte en lugar de su imaginario Eldorado. Según nuestra novelista, el oro sí existía en el Cuzco, pero Rumiñahui, hermano y hombre de confianza de Atahualpa, el último Inca, asesinado por Francisco Pizarro tras una parodia de juicio, trasladó todo el oro y piedras preciosas incas a un lugar desconocido y lo enterró, asesinando luego a sus ayudantes para que no dijeran a nadie dónde estaba, y él mismo cuando fue puesto a tormento por los castellanos resistió heroicamente y se llevó el secreto a la tumba.

Hechas todas las salvedades anteriores, he de confesar que literariamente el libro de Blanca Miosi es impecable: tiene un paso correcto en la presentación de los sucesos, los personajes parece que nos están hablando directamente, pues su prosa es diáfana y agradable, los diálogos están bien construidos, y los sucesos están bien enmarcados en las costumbres de aquellos personajes que están tan bien retratados. Es muy de agradecer la presentación que hace los regidores de aquellas tierras hasta el siglo 16. Miosi no se duele en prendas a la hora de exponer los procedimientos por los que los incas invadían y asimilaban a los diferentes pueblos que conquistaban. Los sitiaban, luchaban contra ellos y los derrotaban, y luego les dejaban un destacamento de soldados y otros profesionales que les iban instruyendo en la manera inca de hacer las cosas y substituían su cultura por la suya propia. Y les imponían el uso del quechua, idioma de "los que chillan", según los castellanos.

Y hacia el final del libro nos encontramos con una fábula fantástica entre el pequeño Pepe y su amigo el cóndor, que es el que da título a la obra, fábula enternecedora que pone el broche final a un libro hermoso que es una delicia leer. Es un libro con cuya lectura he disfrutado, y cuya lectura aconsejo sinceramente a todo aquel que guste de la buena literatura y quiera ampliar su cultura general.

Enhorabuena, Blanca, y gracias por el rato tan agradable en que he estado contigo, "oyéndote" contar esta historia tan original.

Puedes ver el principio del libro siempre aquí.

4 comentarios:

  1. He leído el primer capítulo y me gustó, es un tema que me interesa bastante y me encanta el estilo de Blanca, estoy segura de que voy a disfrutar de la lectura

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  2. Para mí ha sido una revelación: me ha acercado mucho al mundo de los incas, que conocía sólo por las dos líneas que le dedicaban en mi libro de Historia de Cuarto de Bachillerato, y por el famoso cuento de Tintín, cuyo nombre no recuerdo ahora...

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  3. Por cierto, que este libro me motivó a recuperar la primera historia que lei en mi vida, cuando era un niño, sobre los incas. Se trata de "Las siete bolas de cristal" de Hergé, que es la primera aventura de Tintín y del Capitán Haddock. Esa historia termina con el volumen "En el templo del Sol", y aunque trata a los incas con los conocimientos que se tenían de ellos hace más de sesenta años, es ameno y los dibujos están bien hechos. Os lo recomiendo, pero sabiendo que son dos los volúmenes en que se cuenta esa única historia.

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  4. Jesús, creo que has leído un libro muy diferente al que yo he escrito. Esperaba que pudieras detectar que la visión de mi libro es desde una óptica objetiva. En ningún momento he catalogado en mi novela a los españoles con epítetos, a menos que vayan incluidos en algún diálogo, pero si leíste bien la novela y espero que haya sido así, podrás ver que en el juicio a Atahualpa, había un bando de "españoles" o castellanos como eran ellos, de parte del Inca y otro de parte de Pizarro.
    Incluso, Hernando Pizarro estaba en contra de matar al último inca, y todo eso lo conté, pero parece que tú solo te haz hecho eco de lo que crees que la mayoría de los sudamericanos pensamos y no es así. Justamente esta novela está escrita para borrar de una vez por todas todos los malentendidos entre los propios pueblos de América como Ecuador.Perú.Bolivia-Chile, con sus constantes enfrentamientos después de la llamada conquista, que es lo que en realidad fue y no me quejo por ello, al fin y al cabo no hay pueblo en este planeta que no haya sido producto de una guerra o conquista.
    Te respondo aquí porque en Amazon no tengo ea oportunidad, y tu comentario largo y minucioso podría dar lugar a que muchos se echen para atrás en la compra de mi novela. aunque por supuesto, agradezco tu gentileza, ya que creo que la hiciste con la mejor de las intenciones.
    Un abrazo,
    Blanca Miosi

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