sábado, 14 de febrero de 2015

La Victoria de Úrsula, de Ramón Cerdà Sanjuán.

La Victoria de Úrsula.
Úrsula y su Victoria, una historia tierna a pesar de lo que parece.

Acabo de leer un libro peculiar. No se trata del producto libre y directo de la mente del autor, sino de la transliteración, o sea traducción a la letra, de una película ya realizada, un corto de algo más de quince minutos de duración. 

En esos minutos. vemos cómo una niña de trece años, que a pesar de llevarla puesta no se llama Caperucita Roja, se adentra en un cementerio en una obscura noche de lluvia densa en lugar del proceloso bosque. Allí no la aborda un lobo con su verbo, sino con un palo el sepulturero, un personaje siniestro al que sin embargo acabará convenciendo para que la ayude en sus propósitos.

Al principio de la historia ella se plantea los derechos de los muertos. ¿Los muertos tienen derechos? ¿Los que quedamos tenemos que respetarlos? Al plantear esta cuestión se me ha dicho que eso son sus últimas voluntades, pero ellos las han dispuesto cuando aún estaban vivos, y por lo tanto cuando han fallecido ya sus derechos, de tenerlos, serán otros. Lo que inspiran los muertos es ciertamente respeto entre los vivos, derivado de las creencias en el Más Allá y en las historias de zombies y vampiros, los no muertos, o sea basados en el miedo. Pero si razonamos que si una persona está muerta ya no se puede mover, comprendemos que ya ningún mal nos puede causar, y desaparece ese miedo, y puede que también ese respeto. Pero ¿eso conlleva la pérdida de esos derechos que se les ha concedido alguna vez? ¿Los poseen por definición? ¿Los tienen por ley? Porque si son incinerados o encerrados a cal y canto no es para que descansen, pues ya no son personas que se puedan cansar y descansar, sino que es para evitar enfermedades entre los aún vivos, procedentes de los gérmenes que puedan pasar al aire al entrar los restos en descomposición. 

No obstante, nuestra caperucita, Úrsula, se plantea este interrogante, y tras discutir con su abuela, abandona la casa y se encamina al cementerio con una misión. Convence al sepulturero, y ambos nos sorprenden con un final que sin embargo difiere del del corto original, sin duda fruto de la libertad de autor del del libro.

Es esta una novela corta de apenas 104 páginas que está ricamente adornada con gráficos de la película. El ambiente es ciertamente  tétrico, gótico y, aunque no trata de crímenes, un género en el que se mueve como pez en el agua Ramón Cerdá Sanjuán, el autor de la novela, sí trata de la muerte, planteando cuestiones sobre si es ético cometer una ilegalidad, o si es inmoral dejar de hacerlo, una vez que comprendemos, al final, las claves de Ursula y del sepulturero, que parece recuperar a su hija Rebeca, que había fallecido a la edad  que tiene nuestra caperucita en esta historia.

Es este un libro interesante para los que gustan de historias de crímenes y misterio, pues yo la definiría como una historia de crímenes sin crimen, de misterio sin misterio, y de amor sin amor. Es un experimento interesante en el que aparecen muchos elementos de la buena historia gótica para que el lector al final juzgue si el autor lo ha conseguido. Aconsejo ver el corto de cine después de haber leído la novela, a pesar de que esta se creó después que aquel. No sólo porque está muy bien escrita, sino porque al ser siempre la literatura un relato más pormenorizado que el cine, nos da muchas claves que luego veremos en la película. Por cierto, la podemos encontrar en Youtube, y el libro, como hemos insinuado más arriba, en la Tienda de Ramón, desde donde se puede comprar por diez euros, sin gastos adicionales de envíos en España (consultar desde el extranjero).