viernes, 18 de enero de 2013

Alma, cuerpo, cerebro, en "¿Existes?", de Iván Hernández.

¿Existes?, es lo primero que le preguntaron a Edel a través de un anticuado ordenador que le habían regalado. A partir de esa pregunta se van sucediendo cosas de un modo vertiginoso que nos van presentando un futuro muy imperfecto en que una especie de dioses, o sea, seres que no existen, han tomado el control de todo el mundo, y sólo unos cuantos se atreven a hacerles frente, ante el anatema proferido por todos los demás, a veces a tiros.

Iván Hernández, nuevamente me ha sorprendido con su libro. Lo he terminado entre ayer y hoy porque, al igual que Clara, engancha, y nos hace padecer con las vicisitudes por las que hace pasar a sus héroes, Edel y Alexander, el coronel y la doctora Lemoin, así como un innumerable coro de otras personas que entran y salen continuamente en la fluida narración. Sí, me sigue enganchando lo que hace este autor, hasta el punto de que ya he empezado con la siguiente obra que escribio, Un baile imperfecto, que es muy probable que me sorprenda otra vez, si ha vuelto a cambiar de género, como me da a entender el prólogo que me habla de mujeres aparcadas en las esquinas con un dueño que cambia cada noche. Pero hablaré de ese libro mañana, o pasado, pues ahora me toca aconsejar a los que lean esto a que hagan lo mismo con su libro "¿Existes?" Lo pasaréis bien, os lo garantizo.

El enlace que he puesto al principio, Totentanz, o la Danza de la muerte, de Franz Lizst, me ha parecido adecuado fondo musical para este comentario sobre el libro de Iván Hernández por la temática del libro, bello pero pesimista, aunque con un espacio para el optimismo, después de todo. Aqui está la segunda parte de esa maravilla musical del pianista  compositor húngaro.

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