sábado, 19 de abril de 2014

San Manuel Bueno, mártir.

Desde hace muchos años he querido leer este libro de don Miguel de Unamuno. Es un autor que siempre me ha llamado la atención porque no es un escritor como todos los demás. Es de los de mirada profunda, de los grandes temas, de la muerte, la inmortalidad, el Más Allá, de los que lo consideran todo desde un punto de vista transcendente, un hombre que objetaba a todo para hallar la verdad, es caso de que la verdad exista. 

Y me he llevado una sorpresa con este libro. En primer lugar, pensaba que era más largo, pero ocupa apenas 57 páginas en que Ángela Carballino nos cuenta la vida del cura del pueblo. Es una excusa para plantearnos el autor las dudas que corroen la conciencia del autor seis años antes de su muerte. 

El libro está escrito de una forma muy clara para ser Unamuno, a pesar de que las 92 primeras páginas de esta edición se invierten en explicar cosas sobre el autor y sobre la obra. Las primeras las leí con deleite, pues la propia vida de este escritor es, como la de algunos otros, su obra más interesante; siendo las demás muy enriquecedoras. Pero lo relativo a la interpretación de esta pequeña novela me lo he saltado porque no deja de ser una interpretación personal, aunque esté llena de glosas y notas a pie de página que enlentecen la lectura y por lo tanto le quitan amenidad. 

De este autor había leído varios de los cuentos de su libro El espejo de la muerte, publicado por Alianza Editorial  en 2009, que me aburrían un poco precisamente por lo cortos que son y por el tema que les une, el de la muerte; y sin embargo me ha fascinado siempre su Del sentimiento trágico de la vida, que no he glosado en este blog por no haber encontrado el tiempo necesario para hacerlo bien, pero que recomiendo a todo el mundo que se lo lea. Incide, al igual que en esta novela, en el hambre de inmortalidad que tenemos los humanos, que hemos llegado incluso a inventarnos un dios personal para que nos dé la inmortalidad. Contradictorias palabras viniendo de alguien que se declaraba católico hasta más allá de lo irracional....

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