martes, 6 de marzo de 2012

Los ojos del nuevo mundo, de María Bravo Sancha.

Acabo de leer la historia de Sarah, una muchacha que ve la vida de una forma especial.

Aparentemente una joven normal que estudia en la universidad, con sus problemas menores de todos los días, sus amistades, su familia en el pueblo, que es uno de Valladolid, donde ha pasado casi toda su vida, hasta que se va a la capital de España a estudiar, y allí empieza a ver el mundo, y sobre todo a las personas, de una forma especial. Una de sus amigas le recomienda que utilice ese conocimiento para ayudar a los demás, pero pronto llega a la conclusión de que debe empezar por ayudarse a sí misma, lo que le produce una seria crisis que debe resolver antes de poder ser de utilidad a sus semejantes.

En este contexto cae en la cuenta de que uno de sus amigos de siempre es algo más que un amigo, y desde entonces la novela toma un nuevo giro, lo que nos confirma aún más la tesis del libro: que todo se puede ver de otra forma, que la realidad esconde, o muestra sólo a quien lo quiera o lo pueda ver, pues presenta otro aspecto, tanto debajo de lo que se ve, como sobre ello: es cuestión de perspectiva, de querer verlo, y sobre todo de atreverse a ello. En ese proceso puede uno perder momentáneamente el sentido de la realidad tal cual se entiende generalmente, pero ese es un problema que se resuelve solo.

Es increíble que un libro tan denso lo haya escrito una joven de 21 años, pero quizá haya hecho falta la conjunción de esos pares de cualidades tan raras de encontrar hoy en día simultáneamente, juventud y madurez, espontaneidad y profundidad, valentía y sensatez, para producir un libro de estas características. No es excesivamente largo, pues consta de 252 páginas de 23x16 cm., y no trae más ilustraciones que la de la portada (en un estilo op-art evidente, que sugiere una fantasía ocular), y los que su texto evoca en nuestra imaginación, que son bastantes. 

La prosa de María Bravo Sancha es evocadora y fascinante, pues se engancha uno a la narración y apetece seguir leyendo para ver en qué para todo eso, aún robándole horas al sueño. Es una historia sencilla, que se va agrandando a medida que van pasando las páginas. Y aprende uno a querer a Sarah, a Marcos, a Berta, a Mara, a Daniel...

Es una lástima que el libro ya no esté a la  venta, aunque tengo entendido que la autora piensa hacer una reedición de la obra en el futuro próximo. Quizá sería bueno que los lectores potenciales le dejasen caer su interés por leerlo, en su dirección de Facebook.

2 comentarios:

  1. Jesús.
    Te agradezco la reseña que has hecho de mi novela y la sensibilidad con la que la has tratado. Este libro representó muchas cosas para mí, entre ellas, mi incursión en la escritura de novelas y el aprender a desenvolverme en crear una historia larga.
    Han pasado muchos años y muchas cosas desde entonces y, como es normal, una va cogiendo experiencia en la vida y en la escritura.
    La portada es de una gran mujer llamada Fe Lucía Sancha que, entre muchas otras cosas, es pintora. Me gustaría adjuntar un link donde se ve una pequeñísima muestra de sus cuadros. http://madrid.art49.com/art49/art49madrid.nsf/0/1E11F50091D02163C1256F9B005C6742?OpenDocument&lang=

    Muchas gracias de nuevo, Jesús. Siempre es bonito ver como el pasado literario (y los orígenes literarios) vuelven al presente.
    ¡¡Un saludo!!

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  2. Anímate, María. Tienes muchas cosas que contarnos todavía. Cuando tengas mis años seguro que has publicado más de cien libros. Y todos interesantes y bonitos. :-)

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